sábado, 15 de septiembre de 2007

LA HISTORIA DEL PARQUE CALDAS

El Parque de Caldas
En el Centro de Popayán

Introducción.

El Parque de Caldas de Popayán es uno de los sitios más antiguos de la
ciudad y ha sido testigo de gloriosos episodios así como de trágicos
acontecimientos. Diseñado en forma tradicional y conservada por siglos,
hoy se ve amenazada con una transformación diferente a la tradición de
la ciudad.

El arquitecto payanés César Tenorio Gnecco, quien está terminando
estudios superiores en su arte en la ciudad de México, ha escrito el
siguiente articulo que incluye una histórica selección de fotografías
que muestran cómo ha evolucionado el Parque de Caldas.





El Parque de Caldas
En el centro de Popayán
Por: César Tenorio Gnecco

Fue creado con la ciudad en 1537; a su alrededor fueron construidas las casas de los fundadores y las dependencias de los poderes religioso y gubernamental. Inicialmente fue utilizada como plaza de mercado.

En 1538, en el centro de la plaza se colocó un cepo donde fueron decapitados Jorge Robledo y Álvaro de Oyón, cepo que estuvo en este lugar hasta 1766 cuando fue reemplazado por un chorro; este duró allí hasta 1805 cuando en su lugar fue colocada una pila de cantería. Esta fue cambiada en 1910 por la estatua del Sabio Caldas, obra del escultor francés Verlet; en la misma época fueron sembrados los árboles que hoy adornan y rodean la escultura. [1]

El parque fue encerrado con una verja de hierro forjada por el maestro Julio Ramos, junto con faroles primero y luego lámparas para iluminar la noche de los payaneses; así se conservó algún tiempo, luego la verja fue quitada Y quedó como actualmente lo vemos.




Me tomó la licencia en este trabajo de copiar textualmente las palabras de Jaime Vejarano Varona para describir este espacio urbano de Popayán:

“Entre las más viejas fotografías que conozco de nuestra Plaza principal, hay una que nos ubica en la mitad del siglo pasado, cuando ese espacio cumplía las funciones de mercado público. Frente a los clásicos Portales aparecen varias bestias de carga pastando en campo de césped, en tranquila espera de sus dueños ocupados en la compraventa de productos junto a toldas elementales levantadas en la esquina sureste, teniendo al fondo aquel antiguo Mirador que allí existía y que recientemente fue rescatado dentro del proyecto urbanístico Camino Real, denominación ésta que corresponde al nombre primitivo de la calle quinta.
"No parece que con anterioridad a lo que nos muestra esta estampa hubiese algo diferente aquí. Pero a fines del siglo XIX encontramos otros documentos gráficos que nos indican un Parque, propiamente dicho, consecuente con un diseño formal, con su núcleo destinado al monumento principal y sus zonas verdes trazadas geométricamente, con senderos circunvalares y radiales que permitían el acceso y tránsito en cualquier dirección, como en "la rosa de los vientos”
.




“Pueden apreciarse allí las primeras rústicas bancas de madera; las por entonces apenas nacientes y hoy casi centenarias altísimas araucarias; y un encierro de rejas y pilastrones alrededor; al fondo, la cuarta Catedral, aun inconclusa, que se terminó en 1906; una tapia ocupando el frente del hoy Palacio Arzobispal, y la tricentenaria Torre del Reloj. Al centro luce, como elemento decorativo, una pila de agua, labrada en piedra de cantera que parece ser la misma que hoy exorna la Plazuela de Santo Domingo y que, según refieren no bien confirmadas tradiciones, .fue a parar después de 1910 a la Plaza principal de Timbío, de donde se la rescató posteriormente a cambio de un busto del Presidente Pedro Nel Ospina. (Este dato queda a la confrontación de personas mejor versadas en estas remembranzas).

“Al celebrarse el primer centenario de la Independencia Nacional, en 1910, se inauguró la estatua del sabio y mártir Francisco José de Caldas, acertada obra escultórica de Ver/et, ocasión en que el Maestro Guillermo Valencia pronunció una de sus magnas oraciones en homenaje al Prócer, en cuyo final se produjo un silencio general de estupefacta y abstraída admiración que aprovechó el ingenioso payanés Dr. Joaquín Rebolledo para expresar en voz alta esta frase laudatoria para el orador: “Bien hizo el sabio en esperar un siglo”.





“En esta misma oportunidad se dieron al servicio las bancas que hoy conocemos, de soberbio diseño francés, en estructura y soportes artísticamente elaborados en hierro forjado , sobre las cuales y desde entonces se ha tejido la crónica de la ciudad.




“Mis recuerdos personales de la Plaza de Caldas retienen solo algo más de medio siglo de su existencia y ellos puedo, esos sí, compartirlos responsablemente con los innumerables testigos de esta no tan lejana tradición. El Parque de Caldas supo del juego de Negritos y de la Fiesta de Reyes; de los carnavales galantes con artísticas carrozas, cuando cabalgatas de verdaderos “caballeros de a caballo” homenajeaban con serpentinas y confettis a las hermosas damas que presenciaban el desfile desde los balcones amados con macetas de geranios, azaleas y crisantemos.

Fue testigo también esta Plaza de las ilustres Tertulias sostenidas bajo el frondoso e inolvidable carbonero por la crema de la intelectualidad payanesa, por personajes como los tres Maestros Guillermo Valencia, Rafael Maya y Efraín Martínez; Carlos, Arcesio y Hernando López Narváez, los tres Toronjos; José Ignacio Bustamante, Carlos Vernaza y Ramón Dolores Pérez; Carlos Simmonds, Arcesio Aragón, Ramiro Ramírez y Víctor Aragón; Francisco Eduardo Diago, Manuel Varona, Carlos Villamil, Francisco José Cháux y Matoño Arboleda; Julio Manuel Ayerbe, Avelino Paz, José Manuel Rodríguez y Gustavo y Daniel Vejarano Segura, y tantos otros destacados payaneses.

“Cuando las calles aledañas a la Plaza recibieron el primer baño de pavimento asfáltico, hacia 1935, la colonia sirio-hebreo y libanesa obsequió en gesto recordatorio y de solidaridad, las cuatro fuentes de agua enchapadas en abigarrados y multicolores azulejos, que por algún tiempo fueron tema de controversia como elemento decorativo, hasta que los payaneses nos acostumbramos a aceptarlas como parte integral de su ornamentación.

“Capítulo aparte merecen, claro está, las tradicionales Retretas de los jueves en la noche y de los domingos al medio día, interpretadas por la Banda de Músicos del Batallón Junín N° 7, magistralmente dirigida en sus diferentes épocas por Agustín Payán, autor del hermosísimo “Valse a Popayán”, por Eduardo Hurtado, “el zambo”, por Efraín Orozco, gloria musical de Colombia, el Maestro Anastasio Bolívar y por su pequeña hija Gloria Bolívar quien en varias oportunidades llevó la batuta, trepada en un taburete, con solo 5 años de edad y apenas si un metro de estatura. Y el inolvidable y virtuoso compositor don Pacho Torres.

“Esta plaza fue escenario, igualmente, de grandes concentraciones religiosas, cívicas y políticas, en una de las cuales recuerdo al fogoso y brillante orador, el leopardo Augusto Ramírez Moreno, quien desde la tribuna y en homenaje a la ciudad, en un peculiar estilo entre variaciones agudas y graves de su voz, decía: “…y es que en Popayán, hasta los borricos tienen vocación para caballos de estatua!”

“Las antiguas verjas que encerraban la plaza fueron reemplazadas, hacia 1940 luego de la pavimentación, por setos ornamentales de siemprevivas y resucitados; y en este paraíso pubentino se intercalaban con las airosas araucarias dos frondosos y fragantes magnolios, varios árboles de “la flor de mayo” un alcornoque (de cuya corteza se extrae el corcho), un palo de mango, dos colosales madroños y un copioso arrayán de Castilla, cuyos frutos perseguían ansiosamente los escolares, ante el acoso inane de los policías que se esmeraban por defender esos árboles
.




“De los recuerdos que dejo hasta aquí reseñados, en memoria y homenaje de nuestra Plaza Mayor, quizá el que nos llega con más olor de nostalgia es el de las retretas, cuando se daban cita allí todos los payaneses para intercambiar en amena y ambulante tertulia, temas intrascendentes, conceptos e impresiones del acontecer lugareño y, desde luego, el chisme del día, mientras circundaban la plaza saludando a los amigos que venían en sentido contrario y teniendo al fondo las notas regiamente interpretadas de notables y eternas melodías de Strauss, Shubert, Albeniz, Hoffman, que nos iniciaban en el conocimiento de los clásicos de la música, así como en el disfrute de los más destacados compositores nacionales.

“Ahora, cuando se le entrega a la ciudad completamente restaurado y embellecido nuestro entrañable Parque de Caldas y se inicia una campaña cívica a fin de que aprendamos a respetarlo y a cuidarlo como a la sala de nuestra casa, invoco el buen criterio de los organizadores de esta recuperación para que se deje un espacio apropiado, plataforma o kiosco, para las retretas que, a no dudarlo, en alguno futuro próximo apreciaremos de nuevo con toda su lucidez y esplendor.” [3]



Notas.

[1] Mi abuela, María Luisa Caicedo de Tenorio me contaba, cuando yo era solo un niño, las peripecias de su padre, el general Julio Caicedo y García, cuatro veces gobernador del Cauca Grande, cuando trajo desde Santa Fe de Bogotá y a lomo de mula estos árboles para sembrarlos en la plaza.

[2] En quincallería, hierro fundido, diría yo.

[3] VEJARANO VARONA, Jaime. La Plaza de Caldas, tomado de la red de payaneses de Mario Pachajoa Burbano.


3 comentarios:

Unknown dijo...

Qué bueno saber que alguien en especial se dedique a tejer con hilos históricos y no pierda la trama esta bella ciudad.

Unknown dijo...

Qué bueno saber que existe alguien en especial dedicado a tejer con hilos históricos la grandeza de esta hermosa ciudad.
María Évila

Unknown dijo...

Popayan cidad blanca y patrimonio de la humanidad y de los payanes, debemos preocuparnos mas por conservar los valores patrimoniales que poseemos, entre todos podemos.http://www.hostelbelen.co